Adolfo Pérez Esquivel es un destacado activista y defensor de los Derechos Humanos en Latinoamérica. Fundador del Servicio Paz y Justicia , Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
En 1980 fue galardonado con el Premio Nobel de la paz por su lucha no violenta contra la Dictadura Argentina.
Con motivo de esta entrevista nos recibió en la oficina de Serpaj Argentina para dialogar sobre varios aspectos, entre ellos sobre la propuesta de Reforma Constitucional denominada “Vivir sin miedo” que se plebiscitará el próximo domingo 27 de octubre en nuestro país.
Compartimos fragmentos de este enriquecedor intercambio.
400.000 personas firmaron adhiriendo a esta propuesta de reforma constitucional “Vivir sin Miedo”, esto evidencia que un gran porcentaje de la población uruguaya considera que la inseguridad es uno de los temas centrales que nos afectan como sociedad ¿Cuáles cree usted que son las causas de este fenómeno social llamado inseguridad?
Primero tenemos que clarificar qué es seguridad e inseguridad, la seguridad no pasa por poner más policías y militares o más control social, ni restringir libertades públicas. La seguridad pasa por lo social: educación, salud, condiciones de vida digna. Esa es la seguridad del pueblo. De la otra forma cuando se habla de luchar contra la inseguridad se habla de represión, de mecanismos represivos. Y el pueblo tiene que tomar consciencia de esto: confunden seguridad igual policías, control social, menos libertades públicas. Esto primero pone en riesgo los DDHH y debilita la construcción democrática. Democracia no es poner el voto en una urna y decir que vivimos en democracia. Democracia es, en primer lugar, una construcción colectiva. Significa derecho e igualdad para todos y todas. Cuando se habla de inseguridad, los gobiernos (y los medios de comunicación) trabajan sobre el miedo en la población. El miedo paraliza.
Es cierto que hay delitos, pero para parar esos delitos, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires nada más, tenemos 50.500 presos y muchos con prisión preventiva que no sabemos si son culpables o inocentes. Entonces hacemos un seguimiento judicial de los casos, pero no pensamos en qué sucede con ellos una vez que están en prisión. Las cárceles están saturadas, no dan para más.
Pero la inseguridad también está en la falta de oportunidades: de salud, educación, trabajo ¿Cómo poner el acento de las políticas públicas para resolver esos problemas? Una cosa es la seguridad social, y otra cosa es la inseguridad que quieren imponer por el miedo para el control social. Aquí en Argentina se gasta muchísimo dinero en las fuerzas de seguridad, pero se baja el presupuesto en educación, en salud, en las universidades, de la atención social. ¿Entonces por qué no revertimos esto? Yo siempre digo que la paz no se regala, la paz se construye, y no es una ausencia de conflicto. La paz para mí es una dinámica permanente de relaciones entre las personas y los pueblos. De saber convivir en la diversidad, no en la uniformidad.
Todo este sistema de seguridad que nos quieren vender ya la vivimos, esta película ya la hemos visto muchas veces. Y sabemos la tragedia y el dolor que esto trae a los pueblos. Algún ejemplo muy concreto: nosotros trabajamos con los mal llamados chicos en riesgo social, chicos que viven en la calle, que son expulsados de la sociedad. A veces encontramos chicos que faltan a la escuela, a los talleres:- “¿qué te pasó?” -“Estuve en cana” -“¿y por qué te metieron en cana?” -“Por portación de cara.” Ser pobre, tener la piel más oscura, es sinónimo de delincuente en la calificación de esta sociedad. Y no. Esos chicos no son delincuentes, son víctimas sociales. La población tiene que tener clara estas cosas, porque si no a través del miedo se le imponen mecanismos de los que después se van a arrepentir porque van a ser víctimas de todo eso.
¿Cree que endurecer las penas y reprimir a los ciudadanos que cometen estos delitos, contribuye a solucionar el problema de la inseguridad?
No, eso lo que hace es perder los valores del Estado democrático y del derecho. Crea la incertidumbre. Es lo que está pasando en varias sociedades. Y vemos medios de comunicación que incentivan eso, no solo la prensa escrita: también los canales de tv y de radio incentivan ese miedo.
Si yo me quedo encerrado en mi casa y controlo todo no es mayor seguridad, al contrario: eso demuestra mayor inseguridad. Creo que se perdió la esencia de vivir y crecer para ser hombres y mujeres libres: ser hombres y mujeres libres es poder sonreírle a la vida, poder compartir con el pueblo, no encerrarse por el miedo. Y piensan que la policía los va a controlar: la policía reprime.
Hablando de las fuerzas de seguridad, el origen de las fuerzas de seguridad es bueno, pero con el tiempo sufren una deformación enorme en su formación. Cuando se crean las fuerzas de seguridad son fuerzas de prevención y seguridad social, en el tiempo se transforman en fuerzas de represión. ¿Entonces cuál es el valor que la sociedad le da a las fuerzas de seguridad? Si hay un delito las fuerzas de seguridad van a reprimir, y muchas veces no reprimen al delito, reprimen al ciudadano y a las ciudadanas, esa es la incertidumbre. Por ahí es bueno la concientización y la educación. La educación como práctica de libertad como decía Paulo Freire. Yo lo conocí a Paulo Freire. El otro día en una conferencia en la Universidad de la Plata, en la cátedra Paulo Freire, intercambiando sobre “La Pedagogía del Oprimido”, pregunté “¿Quiénes son los oprimidos?” Y quedaron todos en silencio. “¿Quiénes son los oprimidos? ¿Los chicos pobres, los marginados? ¿Ustedes son o no son oprimidos?” Y ahí empezaron a saltar. El momento cuando se toma consciencia de la opresión de la sociedad, entonces la democracia que debe construirse debe buscar justamente ese derecho de igualdad para todos y todas. Ahí vamos a encontrar el camino. Yo siempre recuerdo un poeta francés, que decía nadie puede ser feliz a solas, para ser feliz tenés que compartir la vida. Una familia que se encierra y se protege contra lo de afuera es prisionera adentro. Ella misma se aprisiona. Terminan siendo víctimas de su propia angustia. La angustia existencial. Esto la gente lo tiene que entender. Es otra forma de pensamiento. Es un desafío.
¿Entonces cuál es el camino?
¿Nos quiere dejar alguna reflexión final?
El dialogo, el compartir. No hay que ser muy pretencioso. Hay que compartir dos cosas en la vida: el pan, que alimenta el cuerpo y el espíritu, y la libertad, porque sin libertad no se puede amar. Y no es solamente amor a quien nos ama, que es un amor correspondido. Es amor a nuestro pueblo, amor a la vida, amor al prójimo. Nosotros en el Foro Social Mundial trabajamos muchos años con “otro mundo es posible”. Y a ustedes estudiantes les quiero recordar algo: les quiero recordar el mayo del 68, la rebelión de los estudiantes en París. Ellos decían cosas muy simples pero muy profundas: “¡la imaginación al poder! ¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!” Si tenemos la capacidad de unirnos, ese imposible es posible. Ese es el desafío que nosotros planteábamos en el Foro Social Mundial. Espero que esto los hermanos y hermanas en el Uruguay lo piensen. Uno no puede decir hagan lo que yo les digo, no. Piensen lo que yo les digo y después tomen sus propias conclusiones.